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Salomón respondió a todas sus preguntas; no hubo nada que no conociera y que no pudiera explicar. Al darse cuenta de la sabiduría del rey Salomón, de la belleza del palacio que edificó y de lo maravilloso de la comida en sus mesas, y de la cantidad de ayudantes y sirvientes que tenía, y de sus uniformes espectaculares y de los oficiales vestidos con sus mejores galas, y vio el porte de los hombres de la guardia de turno, se quedó asombrada.

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