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El Señor DIOS me enseñó lo que tengo que decir.
    Así que sé qué decir para darle ánimo al débil.
Cada mañana él me despierta,
    afina mi oído para escuchar como los que estudian.
El Señor DIOS ha abierto mi oído
    y yo no fui rebelde,
    no me eché para atrás.
No opuse resistencia a los que me golpeaban la espalda;
    dejé que me arrancaran la barba.
Les puse la cara
    a los que me insultaban y escupían.

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