Old/New Testament
Ajab y la viña de Nabot
21 Después de estos sucesos, resultó que un hombre llamado Nabot de Jezrel tenía una viña en Samaria, junto al palacio del rey Ajab. 2 Y Ajab habló con Nabot y le dijo:
«Tu viña está cerca de mi palacio. Dámela, a cambio de otra mejor. Quiero plantar allí un huerto de legumbres. Si lo prefieres, te pagaré con dinero lo que valga.»
3 Pero Nabot le respondió:
«¡Que el Señor me libre de hacer eso! ¡Yo no puedo vender la herencia de mis padres!»
4 Ajab regresó a su palacio triste y decepcionado porque Nabot le dijo que no podía vender la herencia de sus padres. Y se fue a la cama sin comer y sin querer ver a nadie. 5 Entonces Jezabel, su mujer, entró en su alcoba y, y al verlo triste, le preguntó:
«¿Por qué estás tan desanimado? ¿Por qué no comes?»
6 Y Ajab le respondió:
«Fui a ver a Nabot de Jezrel, y le pedí que me diera su viña a cambio de otra mejor; o que, si quería dinero, yo se lo pagaría. ¡Pero me dijo que no me daría su viña!»
7 Entonces Jezabel le preguntó:
«¿Y acaso no eres tú el rey de Israel? ¡Vamos, come y emborráchate! Yo me comprometo a darte la viña de Nabot.
8 Enseguida, Jezabel escribió cartas a nombre de Ajab, las selló con su anillo, y las envió a los ancianos y a los jefes que vivían en la ciudad de Nabot. 9 Las cartas decían:
«Que se proclame ayuno, y que Nabot comparezca ante el pueblo. 10 Que sean presentados como testigos dos sinvergüenzas, que acusen a Nabot de haber blasfemado contra el Señor y contra el rey. Que sea arrojado a la calle y apedreado hasta que muera.»
11 Y los ancianos, los jefes y el pueblo que allí vivía cumplieron las órdenes de Jezabel, tal y como las había puesto por escrito. 12 El ayuno se promulgó, y se hizo comparecer a Nabot ante el pueblo. 13 Luego llegaron los dos sinvergüenzas y, sentándose frente a Nabot, dijeron:
«Nabot ha blasfemado contra el Señor y contra el rey.»
Dicho esto, lo llevaron fuera de la ciudad, y allí lo apedrearon hasta matarlo. 14 Luego enviaron un mensajero a Jezabel, para que le informara que Nabot había sido apedreado y estaba muerto. 15 Y en cuanto Jezabel lo supo, fue a decirle a Ajab:
«Ve a tomar posesión de la viña que Nabot de Jezrel no te quiso vender. Nabot acaba de morir.»
16 Al enterarse Ajab que Nabot de Jezrel había muerto, fue a la viña y tomó posesión de ella. 17 Pero la palabra del Señor vino a Elías el tisbita, y le dijo:
18 «Ve ahora mismo a Samaria, y busca al rey Ajab. Está en la viña de Nabot, pues ha ido a tomar posesión de ella. 19 Y vas a decirle lo siguiente: “Así ha dicho el Señor: ¿No es verdad que asesinaste a Nabot para quitarle lo que era suyo? Pues así ha dicho el Señor: En el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre.”»
20 Pero Ajab le replicó a Elías:
«¡Al fin me has encontrado, enemigo mío!»
Y Elías respondió:
«Te he encontrado porque te has hecho esclavo de la maldad, en la presencia misma del Señor. 21 Pero el Señor te dice: “Voy a castigarte. Voy a barrer hasta el último varón de tu palacio, sea libre o esclavo, como si fueran polvo. 22 Lo mismo que hice con la familia de Jeroboán hijo de Nabat, y con Basá hijo de Ajías, lo voy a hacer con tus descendientes, porque te has rebelado contra mí y has hecho pecar a mi pueblo, para provocar mi enojo. 23 En cuanto a Jezabel, tu mujer, yo, el Señor, declaro que los perros se la comerán en la muralla de Jezrel.(A) 24 A cualquier descendiente tuyo que muera en la ciudad, se lo comerán los perros; y al que muera en el campo, se lo comerán las aves de rapiña.”»
25 (En realidad, ningún otro rey fue como Ajab. Incitado por Jezabel, su mujer, se entregó a hacer lo malo a los ojos del Señor. 26 Fue un rey despreciable, pues se fue en pos de los ídolos, a la manera de los amorreos, pueblo al que el Señor desterró de entre los israelitas.)
27 Después de que Ajab escuchó a Elías, se rasgó sus vestiduras reales, se vistió de cilicio, y ayunó; luego se acostó sobre cenizas, y allí durmió y anduvo humillado ante el Señor. 28 Entonces la palabra del Señor vino a Elías el tisbita, y le dijo:
29 «¿Ya viste cómo Ajab se ha humillado ante mí? Sólo por eso, y mientras viva, no le enviaré la desgracia que le había anunciado. Pero su hijo y sus descendientes sí la padecerán.»
Micaías profetiza la derrota de Ajab(B)
22 Tres años transcurrieron sin que Siria e Israel estuvieran en guerra. 2 Pero al tercer año el rey Josafat de Judá fue a visitar al rey Ajab de Israel, 3 y éste dijo a sus oficiales:
«¿Ya no se acuerdan que Ramot de Galaad nos pertenece? Está en poder del rey de Siria, ¡y nosotros no hemos hecho nada para recuperarla!»
4 A Josafat le preguntó:
«¿Quieres acompañarme a recuperar Ramot de Galaad?»
Y Josafat le respondió:
«Tú y yo somos hermanos, nuestros pueblos también lo son, y tu caballería y la mía es una sola. 5 Pero te sugiero que antes consultes que dice el Señor al respecto.»
6 Entonces el rey de Israel reunió a los cuatrocientos profetas con que contaba, y les preguntó:
«¿Debo atacar a Ramot de Galaad, o no?»
Los profetas le dijeron:
«Vaya Su Majestad, porque el Señor entregará la ciudad en sus manos.»
7 Pero Josafat insistió:
«¿Queda aún algún profeta del Señor, a quien podamos consultar?»
8 Y Ajab le respondió:
«Sí, aún queda otro profeta por medio del cual podríamos consultar al Señor. Se trata de Micaías hijo de Imla, pero me cae muy mal porque nunca me da palabras de aliento, sino que siempre me desanima.»
Como Josafat le recomendó que no hablara así, 9 Ajab llamó entonces a uno de sus oficiales y le ordenó que fuera a buscar a Micaías hijo de Imla y lo llevara ante él. 10 Mientras tanto, los dos reyes se quedaron en la plaza que está junto a la puerta de Samaria, sentados en sus tronos y ataviados con sus mantos reales. Delante de ellos, los profetas les prodigaban buenos augurios. 11 Uno de ellos, Sedequías hijo de Quenaná, se acercó y les mostró unos cuernos de hierro que había hecho, y dijo:
«Así ha dicho el Señor: “Con estos cuernos cornearás a los sirios hasta acabar con ellos.”»
12 Los demás profetas también animaban al rey, y le decían: «Vaya Su Majestad a Ramot de Galaad, y atáquela. El Señor le dará la victoria y entregará la ciudad a Su Majestad.»
13 El mensajero que el rey mandó por Micaías, lo halló y le dijo:
«Todos los profetas auguran éxito a Su Majestad. Une tu voz a la de ellos, y augúrale mucho éxito.»
14 Pero Micaías respondió:
«Juro por el Señor, que sólo diré lo que el Señor me ordene decir.»
15 Cuando Micaías se presentó ante el rey, éste le preguntó:
«Dime, Micaías; ¿debemos ir y atacar a Ramot de Galaad, o la dejaremos en paz?»
Y Micaías le respondió:
«Ve y atácala, que saldrás victorioso. El Señor te la va a entregar.»
16 Pero el rey le dijo:
«¿Cuántas veces tengo que decirte, en el nombre del Señor, que me digas sólo la verdad?»
17 Entonces Micaías dijo:
«Tuve una visión, y en ella vi al pueblo de Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor.(C) Entonces el Señor dijo: “Esta gente no tiene quién la guíe. Es mejor que todos se regresen a su casa en paz.”»
18 El rey de Israel se volvió a Josafat, y le dijo:
«¿No te lo había dicho ya? Micaías nunca me anuncia nada bueno. Sólo me anuncia calamidades.»
19 Pero Micaías replicó:
«¡Ahora vas a oír la palabra del Señor! Yo vi al Señor en su trono, rodeado de todos los ejércitos del cielo. 20 Y el Señor preguntó: “¿Quién incitará a Ajab para que ataque a Ramot de Galaad y sea derrotado?” Las opiniones estaban divididas. 21 Pero un espíritu se presentó ante el Señor y dijo que él lo incitaría. Cuando el Señor le preguntó cómo lo haría, 22 el espíritu dijo: “Voy a mezclarme entre los profetas, y los haré decir mentiras.” Entonces el Señor le dijo: “Pues ve y hazlo pronto. Indúcelos a que hagan lo que dices.” 23 Así que el Señor ha puesto en labios de tus profetas un espíritu que los hace decir mentiras. Y el Señor ha determinado que te sobrevenga la calamidad.»
24 En ese momento el profeta Sedequías hijo de Quenaná se acercó a Micaías y le dio una bofetada, al tiempo que le decía:
«¿En qué momento el espíritu del Señor me abandonó, para hablarte a ti?»
25 Micaías le respondió:
«Lo sabrás cuando andes huyendo y escondiéndote de casa en casa.»
26 Entonces el rey de Israel dijo:
«Tomen preso a Micaías, y llévenlo ante Amón, el gobernador de la ciudad, y ante Joás, mi hijo. 27 Díganles que yo, el rey de Israel, he dicho: “Metan a la cárcel a este hombre. En vez de pan y agua, manténganlo angustiado y afligido hasta que yo regrese en paz.”»
28 Pero al instante Micaías añadió:
«Si acaso regresas en paz, entonces el Señor no ha hablado por medio de mí. ¡Escúchenlo bien, pueblos todos!»
29 El rey de Israel y el rey de Judá salieron juntos contra Ramot de Galaad. 30 Y el rey de Israel le dijo a Josafat:
«Voy a entrar en batalla disfrazado, pero tú puedes usar tu misma ropa.»
Y el rey de Israel entró en batalla disfrazado. 31 Pero no sabía que el rey de Siria había ordenado a los treinta y dos capitanes de sus carros de combate no pelear contra ningún soldado israelita, grande o chico, sino buscar y atacar sólo al rey de Israel. 32 Así que, cuando los capitanes vieron a Josafat, dijeron:
«¡Miren, allí está el rey de Israel!»
Entonces el rey Josafat gritó con fuerza, 33 y al ver los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se alejaron de él. 34 Pero un arquero lanzó una flecha al aire, y la flecha alcanzó al rey Ajab y le penetró entre las junturas de su armadura. Al sentirse herido, el rey le ordenó al cochero darse la vuelta y sacarlo del campo de batalla, porque estaba herido. 35 Pero la batalla arreció y el rey tuvo que quedarse en su carro y hacerle frente al ejército sirio, pero la sangre corría por el fondo del carro y al caer la tarde murió. 36 Al ponerse el sol, un pregonero clamó: «¡Regresen todos a su ciudad y a su tierra!»
37 Así fue como el rey Ajab murió y fue llevado a Samaria, donde lo sepultaron. 38 Luego llevaron su carro al estanque de Samaria para lavarlo, y los perros lamieron la sangre del rey. (En ese mismo estanque se lavaban también las prostitutas.) Así se cumplió lo que el Señor había dicho acerca de Ajab.
39 Todos los hechos de Ajab, y la construcción de su palacio de marfil, y todas las ciudades que mandó edificar, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 40 Y Ajab murió y fue a reunirse con sus antepasados. En su lugar reinó su hijo Ocozías.
Reinado de Josafat(D)
41 Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá cuando Ajab llevaba cuatro años de reinar sobre Israel. 42 Josafat tenía treinta y cinco años cuando subió al trono, y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azura, y era hija de Siljí. 43 Y Josafat siguió siempre el buen ejemplo de Asa, su padre, e hizo lo recto a los ojos del Señor. Sin embargo, no se quitaron los altares de los montes, sino que el pueblo siguió ofreciendo en ellos sacrificios y quemando incienso. 44 Pero Josafat hizo la paz con el rey de Israel.
45 Todos los hechos y las hazañas de Josafat, y las guerras que libró, se hallan en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 46 Josafat eliminó a los hombres que practicaban la prostitución en los templos paganos, costumbre que todavía quedaba del reinado de su padre Asa.
47 Como Edom no tenía rey, había un gobernador que fungía como rey. 48 Josafat había mandado construir naves como las de Tarsis para traer oro de Ofir, pero las naves no llegaron allá porque naufragaron en Ezión Guéber. 49 El rey Ocozías le propuso a Josafat enviar a sus marinos con los de Josafat, pero éste no aceptó. 50 Y murió Josafat y se reunió con sus antepasados, y lo sepultaron con ellos en la ciudad de su antepasado David. En su lugar reinó Jorán, su hijo.
Reinado de Ocozías de Israel
51 Ocozías hijo de Ajab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria cuando Josafat llevaba diecisiete años de reinar en Judá. 52 Pero Ocozías siguió el mal ejemplo de su padre, de su madre y de Jeroboán hijo de Nabat, e hizo lo malo a los ojos del Señor, haciendo pecar al pueblo de Israel. 53 Sirvió y adoró a Baal, como antes lo había hecho su padre, y esto provocó la ira del Señor, Dios de Israel.
Crucifixión y muerte de Jesús(A)
26 Cuando llevaban a Jesús, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le pusieron la cruz encima, para que la llevara detrás de Jesús. 27 Detrás de Jesús iba una gran multitud del pueblo, y mujeres que lloraban y se lamentaban por él. 28 Pero Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos. 29 Porque vienen días en que se dirá: “Dichosas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no amamantaron.” 30 Entonces comenzarán a pedir a los montes: “¡Caigan sobre nosotros!” Y dirán a las colinas: “¡Cúbrannos por completo!”(B) 31 Porque, si esto hacen con el árbol verde, ¡qué no harán con el árbol seco!»
32 Con Jesús llevaban también a otros dos, que eran malhechores, para ser ejecutados. 33 Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, lo mismo que a los malhechores, uno a la derecha de Jesús y otro a su izquierda. 34 [Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»][a] Y los soldados echaron suertes para repartirse entre ellos sus vestidos.(C) 35 Mientras el pueblo observaba, los gobernantes se burlaban de él y decían: «Ya que salvó a otros, que se salve a sí mismo, si en verdad es el Cristo, el escogido de Dios.» 36 También los soldados se burlaban de él; hasta se acercaron y le ofrecieron vinagre, 37 mientras decían: «Si eres el Rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!» 38 Había sobre él un epígrafe que en letras griegas, latinas y hebreas decía: «ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.»
39 Uno de los malhechores que estaban allí colgados lo insultaba y le decía: «Si tú eres el Cristo, ¡sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!» 40 Pero el otro lo reprendió y le dijo: «¿Ni siquiera ahora, que sufres la misma condena, temes a Dios? 41 Lo que nosotros ahora padecemos es justo, porque estamos recibiendo lo que merecían nuestros hechos, pero éste no cometió ningún crimen.» 42 Y a Jesús le dijo: «Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» 43 Jesús le dijo: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.»
44 Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde hubo tinieblas sobre toda la tierra. 45 El sol se oscureció, y el velo(D) del templo se rasgó por la mitad. 46 En ese momento Jesús clamó a gran voz, y dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.»(E) Y después de haber dicho esto, expiró. 47 Cuando el centurión vio lo sucedido, alabó a Dios y dijo: «Realmente, este hombre era justo.» 48 Al ver lo sucedido, toda la multitud que presenciaba este espectáculo se golpeaba el pecho y se fue alejando de allí. 49 Pero todos los conocidos de Jesús, y las mujeres(F) que lo habían seguido desde Galilea, seguían observando a cierta distancia lo que sucedía.
Jesús es sepultado(G)
50 Un hombre bueno y justo, llamado José, que era miembro del tribunal, 51 no había estado de acuerdo con lo que los del tribunal planearon, ni con lo que hicieron. Este José era de Arimatea, una ciudad de Judea, y también esperaba el reino de Dios, 52 así que fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 53 Después de bajarlo de la cruz, envolvió el cuerpo en una sábana y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en donde aún no se había sepultado a nadie. 54 Era el día de la preparación, y estaba por comenzar el día de reposo. 55 Acompañaron a José las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado el cuerpo. 56 Después regresaron a su casa para preparar especias aromáticas y ungüentos, y descansaron en el día de reposo, conforme al mandamiento.(H)
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