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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
2 Reyes 10-12

Jehú pone fin a la dinastía de Ajab

10 Como Ajab tenía setenta hijos en Samaria, Jehú escribió cartas y las envió a los jefes de Jezrel, y a los ancianos y a los ayos de Ajab, que estaban en Samaria. En las cartas les decía:

«Tan pronto como estas cartas lleguen a las manos de ustedes, los que tengan a los hijos del rey, y los que tengan carros de combate y gente de a caballo, y la ciudad fortificada y las armas, escojan al mejor y más recto de los hijos del rey, y siéntenlo en el trono de su padre, y defiendan a la familia del rey.»

Pero ellos tuvieron mucho miedo, y dijeron:

«Si dos reyes no pudieron hacerle frente, ¿cómo vamos a hacerle frente nosotros?»

Entonces el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos mandaron a decir a Jehú:

«Nosotros somos tus siervos, y haremos todo lo que nos mandes. No vamos a elegir ningún rey. Haz lo que te parezca mejor.»

Jehú les escribió por segunda vez, y les dijo:

«Si en verdad ustedes son mis siervos, y quieren obedecerme, vengan a verme en Jezrel mañana a esta hora, y tráiganme las cabezas de los hijos varones de su rey.»

Los setenta hijos del rey estaban con los jefes de la ciudad, pues ellos los criaban. Cuando éstos recibieron las cartas, tomaron a los setenta hijos del rey y los degollaron; luego echaron las cabezas en unas canastas y las enviaron a Jezrel, donde estaba Jehú. Cuando un mensajero llegó y le dio la noticia de que habían llegado las cabezas de los hijos del rey, Jehú dijo:

«Pónganlas en dos montones a la entrada de la ciudad, y déjenlas allí hasta mañana.»

Al día siguiente, Jehú salió y, puesto de pie ante todo el pueblo, dijo:

«Ustedes son justos. Es verdad que yo he conspirado contra mi señor, y le he dado muerte. Pero ¿quién ha dado muerte a todos estos? 10 Quiero que sepan que la palabra del Señor, acerca de la dinastía de Ajab, no dejará de cumplirse. El Señor ha hecho lo que había anunciado por medio de su siervo Elías.»

11 Dicho esto, Jehú mató a todos los de la familia de Ajab que habían quedado en Jezrel,(A) y a todos sus jefes y sacerdotes, y a todos sus familiares. No dejó con vida a ninguno de ellos. 12 Luego se levantó y se fue a Samaria, y en el camino llegó a Bet Équed de los Pastores. 13 Allí encontró a los hermanos de Ocozías, el rey de Judá, y les preguntó:

«¿Y ustedes, quiénes son?»

Ellos le contestaron:

«Somos hermanos de Ocozías. Hemos venido a saludar a los hijos del rey, y a los hijos de la reina.»

14 Entonces Jehú ordenó:

«¡Échenles mano! ¡Los quiero vivos!»

Y una vez que los tomaron vivos, los degollaron junto al pozo de Bet Équed. Eran cuarenta y dos varones, y ninguno de ellos quedó con vida.

15 Cuando Jehú se fue de allí, se encontró con Jonadab hijo de Recab. Después de saludarlo, le dijo:

«¿Eres sincero conmigo, como yo lo soy contigo?»

Jonadab le respondió que sí. Entonces Jehú le dijo:

«Pues ya que eres sincero conmigo, dame la mano.»

Jonadab le dio la mano, y Jehú lo invitó a subir a su carro. 16 Allí le dijo:

«Acompáñame y verás cuánto amo al Señor.»

Jonatán fue puesto en el carro, 17 y en cuanto Jehú llegó a Samaria mató a todos los familiares de Ajab que habían quedado en Samaria. Los mató hasta exterminarlos, conforme a la palabra del Señor anunciada por Elías.

Jehú pone fin al culto de Baal

18 Después, Jehú reunió a todo el pueblo y les dijo:

«Ajab rindió culto a Baal, pero no muy bien. Jehú le rendirá un mejor culto. 19 Llamen a todos los profetas de Baal, y a todos sus siervos y sacerdotes. Que no falte ninguno, pues voy a ofrecer a Baal un gran sacrificio. El que falte, morirá.»

Esto lo hizo Jehú con astucia, para exterminar a los que rendían culto a Baal. 20 Así que dijo:

«Aparten un día para honrar a Baal.»

Aquellos convocaron a la reunión, 21 y Jehú envió mensajeros por todo Israel, y vinieron todos los siervos de Baal. No hubo uno solo que no asistiera a la reunión. Cuando entraron en el templo de Baal, el templo se llenó por completo. 22 Entonces Jehú ordenó al encargado de las vestiduras:

«Saca vestiduras para todos los siervos de Baal.»

Aquél sacó las vestiduras, 23 y Jehú entró en el templo de Baal acompañado por Jonadab hijo de Recab. Y dijo a los siervos de Baal:

«Tengan cuidado de que no haya aquí, entre ustedes, ninguno de los siervos del Señor, sino solamente los siervos de Baal.»

24 Cuando ellos entraron para ofrecer los sacrificios y holocaustos, Jehú apostó fuera del templo a ochenta hombres, y les dijo:

«El que deje vivo a cualquiera de los hombres que yo he puesto en sus manos, lo pagará con su vida.»

25 Cuando aquellos acabaron de ofrecer el holocausto, Jehú dijo a los de su guardia y a los capitanes:

«¡Entren, y mátenlos! ¡Que no escape ninguno!»

Y los de la guardia y los capitanes los mataron a filo de espada, y los dejaron tendidos. Luego fueron hasta el lugar santo del templo de Baal 26 y sacaron del templo las estatuas y las quemaron. 27 También hicieron pedazos la estatua de Baal y derribaron su templo, y hasta el día de hoy ese templo es un muladar.

28 Así fue como Jehú puso fin en Israel al culto de Baal. 29 Sin embargo, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboán hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, sino que dejó en pie los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan.(B) 30 Entonces el Señor le dijo a Jehú:

«Has actuado bien al hacer lo recto delante de mis ojos, y acabaste con la dinastía de Ajab, tal y como yo lo había determinado. Por eso tus hijos ocuparán el trono de Israel hasta la cuarta generación.»

31 Pero Jehú no tuvo cuidado de seguir de todo corazón la ley del Señor, Dios de Israel, ni se apartó de los pecados con que Jeroboán había hecho pecar a Israel.

32 Por esos días el Señor comenzó a reducir el territorio de Israel, y Jazael los derrotó a lo largo de todas sus fronteras, 33 desde el Jordán hasta el nacimiento del sol, y toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés; y desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón, hasta Galaad y Basán.

34 Los otros hechos de Jehú, y todas sus obras y hazañas, se hallan registradas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 35 Cuando Jehú se reunió con sus antepasados, fue sepultado en Samaria. En su lugar reinó Joacaz, su hijo. 36 El tiempo que Jehú reinó en Samaria sobre Israel fue de veintiocho años.

Atalía usurpa el trono(C)

11 Cuando Atalía, la madre de Ocozías, vio muerto a su hijo, se dispuso a poner fin a la familia real. Pero Yoseba, que era hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, se llevó a Joás hijo de Ocozías y, sin que nadie la viera, lo escondió de Atalía en una alcoba, junto con su nodriza. Así lo libró de que lo mataran junto con los otros hijos del rey. Y Ocozías estuvo escondido seis años en el templo del Señor, junto con su nodriza, mientras Atalía era la reina del país.

Pero en el séptimo año Joyadá convocó a los jefes de centenas y a los capitanes, y a la gente de la guardia, y los llevó al templo del Señor, donde bajo juramento hizo alianza con ellos, después de lo cual les mostró al hijo del rey y les ordenó:

«Ustedes van a hacer lo siguiente: en el día de reposo una tercera parte de ustedes tendrá a su cargo la vigilancia del palacio del rey. Otra tercera parte se apostará a la entrada de Shur, y la otra tercera parte se apostará a la entrada del postigo de la guardia. Así cuidarán de que el palacio no sea allanado. Las dos terceras partes de ustedes que están libres el día de reposo tendrán a su cargo la vigilancia del templo del Señor y del rey. Estarán pendientes del rey por todos los flancos, cada uno con sus armas en la mano. Al que se acerque demasiado, mátenlo. Ustedes deberán vigilar cada paso del rey.»

Los jefes de centenas se reunieron con el sacerdote Joyadá e hicieron todo lo que el sacerdote Joyadá les ordenó; cada uno de ellos reunió a su gente, es decir, tanto a los que estaban de servicio en día de reposo como a los que estaban libres en día de reposo. 10 El sacerdote entregó a los jefes de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, y que estaban en el templo del Señor. 11 Los de la guardia se formaron, desde el lado derecho hasta el lado izquierdo del templo, y junto al altar y el templo, y en derredor del rey. Cada uno tenía en sus manos sus armas. 12 Luego Joyadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y el testimonio, lo ungieron y lo proclamaron rey. Aplaudían y gritaban: «¡Viva el rey!»

13 Cuando Atalía oyó el bullicio de la gente que corría, entró al templo del Señor y se hizo presente. 14 Cuando vio que el rey estaba junto a la columna, como era la costumbre, y que los príncipes y los trompeteros estaban junto al rey, y que todo el pueblo del país se regocijaba y tocaba las trompetas, se rasgó las vestiduras y a voz en cuello gritó: «¡Traición, traición!» 15 Pero el sacerdote Joyadá dio órdenes a los jefes de centenas que gobernaban el ejército, y les dijo:

«¡Échenla fuera del recinto del templo! A quien la siga, ¡mátenlo a filo de espada.»

Y es que el sacerdote había ordenado que no la mataran en el templo del Señor. 16 Por eso le abrieron paso, y la mataron en el camino por donde la gente de a caballo entra al palacio del rey.

17 El sacerdote Joyadá hizo un pacto entre el Señor, por una parte, y entre el rey y el pueblo, por la otra, y juraron que serían el pueblo del Señor. También se hizo un pacto entre el rey y el pueblo. 18 Y toda la gente del país entró en el templo de Baal, y lo derribaron; también destruyeron del todo sus altares y sus imágenes, y delante de los altares mataron a Matán, que era sacerdote de Baal.

Luego, el sacerdote apostó una guarnición en el templo del Señor. 19 Después tomó a los jefes de centenas, a los capitanes y a la guardia, y a todo el pueblo del país, y llevaron al rey desde el templo del Señor, siguiendo el camino que va de la puerta de la guardia al palacio del rey, y el rey se sentó en el trono real. 20 Y todo el pueblo del país se regocijó, y la ciudad se quedó tranquila, pues Atalía había muerto a filo de espada junto al palacio del rey.

21 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar.

Reinado de Joás de Judá(D)

12 Joás comenzó a reinar en el séptimo año de Jehú, y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre se llamaba Sibiá, y era de Berseba. Todo el tiempo que el sacerdote Joyadá dirigió a Joás, éste hizo lo recto a los ojos del Señor. Sin embargo, los altares en los montes no se quitaron, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso allí.

Un día, Joás dijo a los sacerdotes:

«Todo el dinero consagrado que el pueblo suele traer al templo del Señor, y el dinero del rescate de cada persona, según está estipulado,(E) y el dinero que cada uno trae voluntariamente al templo del Señor, lo deben recibir los sacerdotes, cada uno de mano de sus familiares, para reparar los portillos del templo y todas las grietas que se hallen.»

Pero llegó el año veintitrés del reinado de Joás, y los sacerdotes aún no habían reparado las grietas del templo. Entonces el rey Joás llamó al sumo sacerdote Joyadá y a los sacerdotes, y les dijo:

«¿Por qué no han reparado las grietas del templo? De ahora en adelante no van a recibir más dinero de sus familiares, sino que lo darán para reparar las grietas del templo.»

Y los sacerdotes aceptaron no tomar más el dinero del pueblo, ni tener el cargo de reparar las grietas del templo. Entonces el sumo sacerdote Joyadá tomó un cofre, le hizo un agujero en la tapa, y lo puso junto al altar, a la derecha de la entrada al templo del Señor, y los sacerdotes que custodiaban la puerta ponían allí todo el dinero que se traía al templo. 10 Cuando veían que ya había mucho dinero en el cofre, venían el secretario del rey y el sumo sacerdote, contaban el dinero que hallaban en el templo del Señor, y lo guardaban. 11 A los que hacían la obra les daban el dinero suficiente, y a los que tenían a su cargo la reparación del templo del Señor les daban para pagar a los carpinteros y maestros, 12 albañiles y canteros, y para comprar la madera y la piedra de cantería para reparar las grietas del templo del Señor, y para todo lo que se gastaba para reparar el templo.

13 Del dinero que se traía al templo del Señor no se hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas, ni se hacía para el templo del Señor ningún otro utensilio de oro o de plata, 14 porque lo daban a los que trabajaban en las obras de reparación del templo del Señor. 15 No se les pedían cuentas a los que recibían dinero para entregarlo a los que hacían la obra, porque todo lo hacían con gran honradez. 16 Sólo el dinero por el pecado, y el dinero por la culpa, no se llevaba al templo del Señor, porque era de los sacerdotes.(F)

17 Por esos días el rey Jazael de Siria entró en guerra contra Gat, y conquistó la ciudad. Luego, Jazael se propuso atacar a Jerusalén, 18 por lo cual el rey Joás de Judá tomó todas las ofrendas que habían dedicado sus antepasados Josafat, Jorán y Ocozías, que habían sido reyes de Judá; tomó también las que él mismo había dedicado, y todo el oro que había en los tesoros del templo del Señor y en el palacio del rey, y todo eso lo envió al rey Jazael de Siria, con lo cual éste se retiró de Jerusalén.

19 Los demás hechos de Joás, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 20 Un día, los oficiales de Joás se sublevaron y conspiraron contra él, y lo mataron en la casa de Milo cuando Joás descendía a Sila. 21 Lo hirieron sus oficiales Josacar hijo de Simeat y Jozabad hijo de Somer, y así murió. Lo sepultaron con sus antepasados en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Amasías.

Juan 1:29-51

El Cordero de Dios

29 El siguiente día Juan vio que Jesús venía hacia él, y dijo: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Él es de quien yo dije: “Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.” 31 Yo no lo conocía; pero vine bautizando con agua para esto: para que él fuera manifestado a Israel.» 32 Juan también dio testimonio y dijo: «Vi al Espíritu descender del cielo como paloma, y permanecer sobre él. 33 Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre quien veas que el Espíritu desciende, y que permanece sobre él, es el que bautiza con el Espíritu Santo.” 34 Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»

Los primeros discípulos

35 Al día siguiente, Juan estaba de nuevo allí con dos de sus discípulos. 36 Al ver a Jesús, que andaba por allí, dijo: «Éste es el Cordero de Dios.» 37 Los dos discípulos lo oyeron hablar, y siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les dijo: «¿Qué buscan?» Ellos le dijeron: «Rabí (que traducido significa “Maestro”), ¿dónde vives?» 39 Les dijo: «Vengan y vean.» Ellos fueron, y vieron donde vivía, y se quedaron con él aquel día, porque ya eran como las cuatro de la tarde. 40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Éste halló primero a Simón, su hermano, y le dijo: «Hemos hallado al Mesías (que traducido significa “el Cristo”).» 42 Entonces lo llevó a Jesús, quien al verlo dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas[a] (que quiere decir, Pedro[b]).»

Jesús llama a Felipe y a Natanael

43 Al día siguiente, Jesús quiso ir a Galilea, y halló a Felipe y le dijo: «Sígueme.» 44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Y Felipe halló a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.» 46 Natanael le dijo: «¿Y de Nazaret puede salir algo bueno?» Y le dijo Felipe: «Ven a ver.» 47 Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, dijo de él: «Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay engaño.» 48 Natanael le dijo: «¿Y de dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Te vi antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.» 49 Natanael le dijo: «Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios!; ¡tú eres el Rey de Israel!» 50 Jesús le respondió: «¿Crees sólo porque te dije que te vi debajo de la higuera? ¡Pues cosas mayores que éstas verás!» 51 También le dijo: «De cierto, de cierto les digo, que de aquí en adelante verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar(A) sobre el Hijo del Hombre.»

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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