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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
2 Crónicas 34-36

Reinado de Josías(A)

34 Josías(B) tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén treinta y un años. Hizo lo recto a los ojos del Señor y siguió los pasos de su antepasado David, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.

Reformas de Josías(C)

A los ocho años de su reinado, cuando aún era un jovencito, Josías comenzó a buscar al Dios de David su padre. A los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén, quitando los lugares altos y las imágenes de Asera, y las esculturas e imágenes fundidas. Quitaron de su vista los altares de los baales,(D) e hizo pedazos las imágenes del sol, que estaban puestas encima; despedazó también las imágenes de Asera y las esculturas y estatuas fundidas, hasta hacerlas polvo, y el polvo lo esparció sobre los sepulcros de aquellos que les habían ofrecido sacrificios. Quemó además sobre sus altares(E) los huesos de los sacerdotes, y limpió a Judá y a Jerusalén. Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares vecinos. Una vez que terminó de derribar los altares y las imágenes de Asera, y de romper y desmenuzar las esculturas, y de hacer pedazos todos los ídolos en todo Israel, volvió a Jerusalén.

Hallazgo del libro de la ley(F)

A los dieciocho años de su reinado, cuando ya había limpiado el país y el templo, Josías envió a Safán hijo de Azalía, al gobernador de la ciudad Maseías, y al canciller Yoaj hijo de Joacaz, a que repararan el templo del Señor su Dios. Éstos se presentaron ante el sumo sacerdote Hilcías, y le dieron el dinero que había sido llevado al templo del Señor, y que los levitas que cuidaban la puerta habían recibido de manos de Manasés y de Efraín y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén. 10 Se lo entregaron personalmente a quienes realizaban las obras y eran mayordomos en el templo del Señor, los cuales lo iban entregando a los que hacían las obras y trabajaban en el templo del Señor, para reparar y restaurar el templo. 11 Lo daban también a los carpinteros y canteros para que compraran piedra de cantería y madera para los armazones, así como para el enmaderado de los edificios que los reyes de Judá habían destruido. 12 Estos hombres procedían en la obra con fidelidad. Para activar las obras, sus mayordomos eran Yajat y Abdías, levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulán, de los hijos de Coat; de los levitas, todos los que sabían tocar instrumentos musicales. 13 También supervisaban a los cargadores, y eran los mayordomos de los encargados de toda clase de obra. Entre los levitas había escribas, gobernadores y porteros.

14 Mientras se sacaba del templo del Señor el dinero que había sido llevado allí, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley del Señor, que Moisés había dejado. 15 Al informar acerca de esto, Hilcías le entregó el libro al escriba Safán, y le dijo:

«He hallado en el templo del Señor el libro de la ley.»

16 Safán llevó el libro al rey, y mientras le contaba lo del hallazgo le dijo:

«Tus siervos han cumplido con todo lo que les fue encomendado. 17 Han reunido el dinero que se hallaba en el templo del Señor, y lo han entregado a los encargados y a los que hacen las obras. 18 Además, el sacerdote Hilcías me ha entregado un libro.»

Dicho esto, el escriba Safán leyó el libro al rey, al tiempo que se lo entregaba.

19 Tan pronto como el rey oyó las palabras de la ley, se rasgó las vestiduras 20 y dio las siguientes órdenes a Hilcías, a Ajicán hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaía, al escriba Safán, y a su siervo Asaías:

21 «En cuanto a las palabras del libro que se ha hallado, vayan y consulten al Señor por mí y por el remanente de Israel y de Judá. Ciertamente, grande es la ira del Señor que ha caído sobre nosotros, pues nuestros padres no obedecieron la palabra del Señor, ni actuaron conforme a todo lo que está escrito en él.»

22 Entonces Hilcías y la gente del rey fueron a ver a la profetisa Julda, que vivía en el segundo barrio de Jerusalén. Julda era la esposa de Salún hijo de Ticva, hijo de Jarjás, el encargado de las vestiduras. En cuanto le repitieron las palabras antes dichas, 23 ella respondió:

«El Señor y Dios de Israel ha dicho así: “Díganle a quien los ha enviado a mí, que yo, el Señor, 24 voy a mandar la calamidad sobre este lugar y sobre sus habitantes, y todas las maldiciones que están escritas en el libro que leyeron delante del rey de Judá, 25 porque ellos me han abandonado y han ofrecido sacrificios a dioses extraños; han provocado mi ira con todas las obras de sus manos. Por lo tanto, mi ira se derramará sobre este lugar, y no se apagará. 26 Pero digan de mi parte al rey de Judá, que los ha enviado a consultarme, que yo, el Señor y Dios de Israel, he dicho: ‘Puesto que prestaste atención a las palabras del libro 27 acerca de este lugar y de sus habitantes, y al oírlas te conmoviste de corazón y te humillaste delante de mí, y te rasgaste las vestiduras y lloraste en mi presencia, yo también te he oído.’

—Palabra del Señor.

28 ”Yo te pondré junto con tus padres, y serás sepultado en paz, y tus ojos no verán todo el mal que voy a traer sobre este lugar y sobre sus habitantes.”»

En cuanto ellos comunicaron al rey la respuesta, 29 el rey ordenó que se reunieran todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. 30 Entonces el rey se dirigió al templo del Señor, acompañado por todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, y por los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el más pequeño, y leyó en voz alta todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en el templo del Señor. 31 Allí mismo, delante del Señor, el rey se puso de pie y se comprometió a ir en pos del Señor y a cumplir sus mandamientos, testimonios y estatutos con todo su corazón y con toda su alma, y a poner en práctica las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. 32 Hizo también que se comprometieran a ello todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín, y los habitantes de Jerusalén cumplieron con el pacto de Dios, el Dios de sus padres. 33 Luego Josías quitó de toda la tierra de los israelitas todo objeto repugnante, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirvieran al Señor su Dios. Y mientras Josías vivió, ellos no dejaron de seguir al Señor y Dios de sus padres.

Josías celebra la pascua(G)

35 Josías celebró la pascua del Señor en Jerusalén a los catorce días del mes primero. Puso a los sacerdotes en sus respectivos oficios, y los confirmó en el ministerio del templo del Señor. A los levitas que enseñaban a todos los israelitas, y que estaban dedicados al Señor, les dijo:

«Ustedes no volverán a llevar sobre los hombros el arca santa. Pónganla en el templo que edificó Salomón hijo de David, rey de Israel, y sirvan ahora al Señor su Dios, y a su pueblo Israel. Prepárense a servir por turnos y según el orden de las familias de sus padres, tal y como lo ordenaron el rey David y su hijo Salomón.(H) Quédense en el santuario, según la distribución de las familias de sus hermanos los hijos del pueblo, y según la distribución de la familia de los levitas. Celebren la pascua, y después de que se hayan santificado, preparen a sus hermanos para que cumplan con la palabra que el Señor nos dio por medio de Moisés.»

Y el rey Josías dio al pueblo allí presente treinta mil ovejas, corderos y cabritos de sus propios rebaños, y tres mil bueyes, todo para la pascua. También sus príncipes dieron con generosidad al pueblo y a los sacerdotes y levitas. Para celebrar la pascua, Hilcías, Zacarías y Yejiel, oficiales del templo de Dios, dieron a los sacerdotes dos mil seiscientas ovejas y trescientos bueyes. También Conanías y sus hermanos Semaías y Natanael, y Jasabías, Yeguiel y Josabad, jefes de los levitas, dieron a los levitas cinco mil ovejas y quinientos bueyes, para los sacrificios de la pascua.

10 Preparado así el servicio, los sacerdotes se colocaron en sus puestos, lo mismo que los levitas, en sus turnos y conforme al mandamiento del rey. 11 Al celebrar la pascua, los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas, mientras los levitas desollaban a las víctimas. 12 Luego tomaron parte del holocausto y asimismo tomaron de los bueyes, y lo repartieron según lo que les correspondía a las familias del pueblo, para que ellos ofrecieran al Señor lo que está escrito en el libro de Moisés. 13 Asaron en el fuego el sacrificio de la pascua, conforme a la ordenanza,(I) pero lo que había sido santificado lo cocieron en ollas, en calderos y sartenes, y enseguida lo repartieron entre todo el pueblo. 14 Después prepararon lo que a ellos mismos y a los sacerdotes les correspondía, porque los sacerdotes, hijos de Aarón, estuvieron ocupados hasta la noche en el sacrificio de los holocaustos y de las grasas. Por lo tanto, los levitas prepararon esto para ellos mismos y para los sacerdotes hijos de Aarón. 15 Los cantores hijos de Asaf estaban en su puesto, conforme al mandamiento de David, de Asaf y de Hemán, y de Jedutún, el vidente del rey.(J) Los porteros estaban en cada puerta, y no era necesario que se apartaran de su ministerio porque sus hermanos los levitas les preparaban lo que les correspondía.

16 Así fue preparado aquel día todo el servicio del Señor, para celebrar la pascua y para sacrificar los holocaustos sobre el altar del Señor, conforme al mandamiento del rey Josías. 17 Ese día, y durante los siete días(K) siguientes, los israelitas que estaban allí celebraron la pascua y la fiesta solemne de los panes sin levadura. 18 Nunca antes, desde los días del profeta Samuel, fue celebrada en Israel una pascua como ésta, ni ningún rey de Israel celebró una pascua como la que celebró el rey Josías con los sacerdotes y levitas, y con todo Judá e Israel, y con los que se hallaban allí, y con los habitantes de Jerusalén. 19 Esta pascua se celebró en el año dieciocho del reinado de Josías.

Muerte de Josías(L)

20 Después de todo esto, y luego de que Josías había reparado el templo del Señor, el rey Necao de Egipto le presentó batalla en Carquemis, a orillas del río Éufrates. Josías salió a su encuentro, 21 pero Necao envió mensajeros a decirle:

«¿Qué tengo yo que ver contigo, rey de Judá? Yo no he venido hoy a atacarte, sino que vengo contra la casa que me ha declarado la guerra. Dios me ha dicho que me apresure, así que deja de oponerte a Dios, pues él está de mi parte; no vaya a suceder que él te destruya.»

22 Pero Josías no se retiró ni atendió a las palabras de Necao, que eran de parte de Dios, sino que se disfrazó para presentarle batalla, y se enfrentó a él en el campo de Meguido. 23 Y como los arqueros disparaban sus flechas contra el rey Josías, éste les dijo a sus siervos:

«Sáquenme de aquí, que estoy gravemente herido.»

24 Sus siervos lo sacaron de aquel carro, y lo pusieron en otro carro para llevarlo a Jerusalén, donde murió. Josías fue sepultado en los sepulcros de sus padres, y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por él. 25 En memoria de Josías, el profeta Jeremías compuso un lamento fúnebre, el cual se halla escrito en el libro de los lamentos, y hasta el día de hoy todos los cantores y cantoras recitan este lamento por Josías, que fue adoptado en Israel como el lamento oficial.

26 Los demás hechos de Josías, lo mismo que sus obras piadosas conforme a lo que está escrito en la ley del Señor, 27 y sus hechos, primeros y últimos, se hallan escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

Reinado y derrocamiento de Joacaz(M)

36 Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo proclamó rey en lugar de su padre, en Jerusalén. Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses, pues el rey de Egipto lo quitó del trono de Jerusalén y condenó al país a pagarle tres mil trescientos kilos de plata y treinta y tres kilos de oro, e impuso como rey de Judá y Jerusalén a Eliaquín, hermano de Joacaz, a quien le cambió el nombre y lo llamó Joacín. A Joacaz mismo, Necao lo tomó cautivo y lo llevó a Egipto.(N)

Reinado de Joacín(O)

Joacín(P) tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén once años. Pero hizo lo malo a los ojos del Señor su Dios. Y el rey Nabucodonosor de Babilonia(Q) lo atacó y lo llevó a Babilonia cautivo y encadenado. Nabucodonosor también se llevó a Babilonia los utensilios del templo del Señor, y los depositó en su templo, en Babilonia. Los demás hechos de Joacín, y sus repugnantes prácticas, y otras cosas que en él se hallaron, se hallan escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá. En su lugar reinó Joaquín, su hijo.

Joaquín es llevado cautivo a Babilonia(R)

Joaquín tenía dieciocho[a] años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses y diez días. Pero hizo lo malo a los ojos del Señor, 10 así que un año después el rey Nabucodonosor mandó por él para que lo llevaran a Babilonia,(S) juntamente con los objetos preciosos del templo del Señor, y como rey de Judá y Jerusalén(T) impuso a Sedequías, hermano de Joaquín.

Reinado de Sedequías(U)

11 Sedequías(V) tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén once años. 12 Pero Sedequías hizo lo malo a los ojos del Señor su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías, que le hablaba de parte del Señor. 13 Además, se rebeló contra Nabucodonosor,(W) al cual había jurado servir, y se empecinó en no volverse de corazón al Señor, el Dios de Israel. 14 También, todos los principales sacerdotes y el pueblo aumentaron la iniquidad e imitaron todas las repugnantes prácticas de las naciones, y contaminaron el templo del Señor, que él había santificado en Jerusalén.

15 El Señor y Dios de sus padres no dejaba de enviarles su palabra por medio de sus mensajeros, pues amaba a su pueblo y al lugar donde habitaba. 16 Pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios y de sus profetas, y menospreciaban sus palabras. Finalmente, la ira del Señor se encendió contra su pueblo, y ya no hubo remedio.

Cautiverio de Judá(X)

17 El Señor lanzó contra ellos al rey de los caldeos,(Y) que en el templo de su santuario mató a filo de espada a sus jóvenes, sin perdonar a jóvenes ni doncellas, ni a anciano ni decrépitos, sino que a todos los entregó en sus manos. 18 Así mismo, el rey de Babilonia se llevó a su país todos los utensilios del templo de Dios, grandes y chicos, y los tesoros del templo del Señor y los tesoros del palacio del rey y de sus príncipes. 19 Sus tropas quemaron el templo de Dios,(Z) derribaron la muralla de Jerusalén, prendieron fuego a todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos más preciados. 20 Los que escaparon de morir a filo de espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y hasta el reinado de los persas fueron siervos del rey y de sus hijos, 21 hasta que la tierra disfrutó de reposo. En efecto, la tierra descansó todo el tiempo que estuvo desolada, hasta que se cumplieron los setenta años,(AA) en cumplimiento de la palabra del Señor pronunciada por Jeremías.

El decreto de Ciro(AB)

22 Pero, para que se cumpliera también la palabra del Señor pronunciada por Jeremías, en el primer año del rey Ciro de Persia el Señor despertó el espíritu de Ciro para que por todo su reino pregonara, de palabra y por escrito, lo siguiente:

23 «Así dice Ciro, rey de los persas: El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha ordenado edificarle un templo en Jerusalén,(AC) que está en Judá. Si hay entre ustedes alguien que sea de su pueblo, que el Señor su Dios lo acompañe, y vuelva a Jerusalén.»

Juan 19:1-22

19 Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó. Y los soldados tejieron una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y lo vistieron con un manto de púrpura; y le decían: «¡Salve, Rey de los judíos!», y le daban de bofetadas. Pilato salió otra vez, y les dijo: «Miren, lo he traído aquí afuera, ante ustedes, para que entiendan que no hallo en él ningún delito.» Jesús salió, portando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: «¡Aquí está el hombre!» Cuando los principales sacerdotes y los alguaciles lo vieron, a gritos dijeron: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!» Pero Pilato les dijo: «Pues llévenselo, y crucifíquenlo ustedes; porque yo no hallo en él ningún delito.» Los judíos le respondieron: «Nosotros tenemos una ley y, según nuestra ley, éste debe morir porque a sí mismo se hizo Hijo de Dios.» Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el pretorio, y le dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le respondió. 10 Entonces le dijo Pilato: «¿A mí no me respondes? ¿Acaso no sabes que tengo autoridad para dejarte en libertad, y que también tengo autoridad para crucificarte?» 11 Jesús le respondió: «No tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no te fuera dada de arriba. Por eso, mayor pecado ha cometido el que me ha entregado a ti.»

12 A partir de entonces Pilato procuraba ponerlo en libertad; pero los judíos gritaban y decían: «Si dejas libre a éste, no eres amigo del César. Todo el que a sí mismo se hace rey, se opone al César.» 13 Al oír esto, Pilato llevó a Jesús afuera y se sentó en el tribunal, en el lugar conocido como «el Enlosado», que en hebreo es «Gabata». 14 Eran casi las doce del día de la preparación de la pascua. Allí les dijo a los judíos: «¡Aquí está el Rey de ustedes!» 15 Pero ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!» Pilato les dijo: «¿Y he de crucificar al Rey de ustedes?» Pero los principales sacerdotes respondieron: «No tenemos más rey que el César.» 16 Entonces Pilato se lo entregó a ellos, para que lo crucificaran. Y ellos tomaron a Jesús y se lo llevaron.

Crucifixión y muerte de Jesús(A)

17 Con su cruz a cuestas, Jesús salió al llamado «Lugar de la Calavera», que en hebreo es «Gólgota», 18 y allí lo crucificaron. Con él estaban otros dos, uno a cada lado suyo, y Jesús en medio de ellos. 19 Además, Pilato escribió también un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. 20 Y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad. Este título estaba escrito en hebreo, griego y latín. 21 Los principales sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: «No escribas “Rey de los judíos”; sino que él dijo: “Soy Rey de los judíos”.» 22 Pero Pilato les respondió: «Lo que he escrito, escrito queda.»

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