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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Nehemías 10-11

El pueblo promete obedecer la ley

10 El compromiso fue firmado por el gobernador Nehemías hijo de Jacalías, y por Sedequías, Seraías, Azarías, Jeremías, Pasjur, Amarías, Malquías, Jatús, Sebanías, Maluc, Jarín, Meremot, Abdías, Daniel, Ginetón, Baruc, Mesulán, Abías, Mijamín, Magasías, Bilgay y Semaías, que eran sacerdotes.

Por los levitas firmaron Josué hijo de Azanías, Binúi de los hijos de Henadad, Cadmiel, 10 y sus hermanos Sebanías, Hodías, Kelita, Pelaías, Janán, 11 Micaía, Rejob, Jasabías, 12 Zacur, Serebías, Sebanías, 13 Hodías, Bani y Beninu.

14 Por los hombres importantes del pueblo firmaron Paros, Pajat Moab, Elam, Zatu, Bani, 15 Binuy, Azgad, Bebay, 16 Adonías, Bigvay, Adín, 17 Ater, Ezequías, Azur, 18 Hodías, Jasún, Besay, 19 Jarif, Anatot, Nebay, 20 Magpías, Mesulán, Hezir, 21 Mesezabel, Sadoc, Jadúa, 22 Pelatías, Janán, Anaías, 23 Oseas, Jananías, Jasub, 24 Halojés, Piljá, Sobec, 25 Rejún, Jasabná, Maseías, 26 Ajías, Janán, Anán, 27 Maluc, Jarín y Baná.

28 El resto del pueblo, junto con los sacerdotes, levitas, porteros, cantores, los criados del templo, todos aquellos que se habían apartado de los pueblos extranjeros, y sus esposas, hijos e hijas, y todos los que podían entender y comprender, 29 se reunieron con sus hermanos y con los jefes importantes del pueblo para jurar que se comprometían a obedecer la ley que Dios le había dado a su siervo Moisés, y que cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos del Señor nuestro Dios. 30 Prometieron que sus hijas no se casarían con extranjeros, y que tampoco sus hijos(A) se casarían con extranjeras. 31 También se comprometieron a observar los días de reposo, y toda fiesta sagrada, y a que en esos días no comprarían ninguna mercancía ni comestibles que vendieran otros pueblos, y que el año séptimo dejarían descansar la tierra(B) y condonarían todas las deudas.(C)

32 Por ley se impusieron la responsabilidad de entregar cuatro gramos de plata para el mantenimiento del templo de nuestro Dios,(D) 33 para el pan de la proposición y para las ofrendas continuas, los holocaustos continuos, los días de reposo, las lunas nuevas, las festividades, las cosas sagradas y los sacrificios para el perdón de los pecados del pueblo, y para todo el servicio de la casa de Dios.

34 «Nosotros los sacerdotes, y los levitas y el pueblo en general, echamos suertes, según el origen de nuestras familias, para saber a quién le tocaría llevar al templo del Señor la ofrenda de leña necesaria para ser quemada en el altar, como está escrito en la ley.

35 »También nos comprometimos a llevar al templo, cada año, los primeros frutos de nuestras cosechas y de nuestros árboles(E) frutales, 36 así como nuestros primogénitos y las primeras crías de nuestro ganado, es decir, nuestras vacas y ovejas, y presentarlas ante los sacerdotes que sirven en el templo de Dios.(F)

37 »De igual manera, nos comprometimos a llevar a los almacenes del templo la primera harina, el primer vino y el primer aceite, para los sacerdotes; y entregar a los levitas la décima parte de nuestras cosechas(G) y del fruto de nuestro trabajo en todas nuestras ciudades. 38 Al momento de hacer la entrega a los levitas, un sacerdote descendiente de Aarón debería estar presente, y los levitas a su vez llevarían a los almacenes del templo la décima parte de esa décima parte(H) recibida. 39 Como es obligación de todos los israelitas y los levitas llevar a los almacenes del templo las ofrendas de grano, vino y aceite, porque allí están los utensilios sagrados que usan los sacerdotes, los porteros y los cantores, nos comprometimos a no abandonar el templo de nuestro Dios.»

Los habitantes de Jerusalén(I)

11 Los hombres importantes del pueblo se quedaron a vivir en Jerusalén; el resto del pueblo echó suertes para que uno de cada diez se quedara a vivir en la ciudad santa, y los nueve restantes vivieran en las demás ciudades. Varios hombres se ofrecieron voluntariamente a quedarse a vivir en Jerusalén, y el pueblo les dio su bendición.

Ésta es la lista de los jefes de provincia que se quedaron a vivir en Jerusalén. En las otras ciudades de Judá se establecieron en sus respectivas tierras los sacerdotes, los levitas, los criados del templo y los descendientes de los siervos de Salomón. En Jerusalén se quedaron a vivir algunos de los descendientes de Judá y de Benjamín.(J)

De los descendientes de Judá se quedó Ataías, descendiente en línea directa de Uzías, Zacarías, Amarías, Sefatías y Malalel.

De los descendientes de Fares se quedó Maseías, descendiente en línea directa de Baruc, Coljozé, Jazaías, Adaías, Joyarib, Zacarías y Siloni. Todos los descendientes de Fares que se quedaron a vivir en Jerusalén fueron cuatrocientos sesenta y ocho hombres aguerridos.

Los descendientes de Benjamín:(K) Salú, descendiente en línea directa de Mesulán, Joed, Pedaías, Colaías, Maseías, Itiel y Jesaías. Con sus hermanos Gabay y Salay sumaban novecientos veintiocho. Al frente de ellos estaba Joel hijo de Zicri. El segundo en importancia en la ciudad era Judá hijo de Senuá.

10 De los sacerdotes: Jedaías, descendiente en línea directa de Joyarib, Jaquín, 11 Seraías, Hilcías, Mesulán, Sadoc, Merayot y Ajitob, hombre importante del templo de Dios, 12 y sus hermanos, que trabajaban en la obra del templo. En total, eran ochocientos veintidós.

Adaías, descendiente en línea directa de Jeroán, Pelalías, Amsi, Zacarías, Pasjur, Malquías, 13 y sus hermanos, que eran jefes de familias. En total, sumaban doscientos cuarenta y dos.

Amasay, descendiente en línea directa de Azareel, Ahzai, Mesilemot e Imer, 14 y sus hermanos, hombres aguerridos. En total, sumaban ciento veintiocho, y el jefe de ellos era Zabdiel hijo de Guedolín.

15 De los levitas: Semaías, descendiente en línea directa de Jasub, Azricán, Jasabías, Binuy, 16 Sabetay y Jozabad, que eran de los principales levitas y los capataces de la obra exterior del templo de Dios.

17 Matanías, descendiente en línea directa de Micaía, Zabdi, Asaf, que era el principal y quien daba inicio a las alabanzas y acciones de gracias durante la oración.

Bacbuquías, que era el segundo entre sus hermanos.

Abda, descendiente en línea directa de Samúa, Galal y Jedutún.

18 Todos los levitas en la ciudad santa eran doscientos ochenta y cuatro.

19 Los porteros: Acub, Talmón y sus hermanos, estaban a cargo de las puertas y sumaban ciento setenta y dos.

20 El resto de los israelitas, de los sacerdotes y de los levitas habitaron en todas las ciudades de Judá, cada uno en su propiedad. 21 Los criados del templo habitaban en Ofel, y Sijá y Gispa eran los jefes de los criados del templo. 22 Y el jefe de los levitas que vivían en Jerusalén era Uzi, descendiente en línea directa de Bani, Jasabías, Matanías y Micaía.

Los descendientes de Asaf eran cantores y estaban a cargo de las obras en el templo de Dios. 23 Por orden del rey, cada uno de los cantores tenía asignado su turno para cada día.

24 Petajías, descendiente en línea directa de Mesezabel, Zeraj y Judá, estaba al servicio del rey en todos los asuntos relacionados con el pueblo.

Lugares habitados fuera de Jerusalén

25 En cuanto a las aldeas y sus parcelas, algunos de los descendientes de Judá se quedaron a vivir en las aldeas de Quiriat Arbá, Dibón, Yecabsel, 26 Josué, Molada, Bet Pélet, 27 Jasar Súal, Berseba, 28 Siclag, Mecona, 29 Enrimón, Sorá, Jarmut, 30 Zanoaj, Adulán, Laquis, y Azeca, ocupando el territorio que va de Berseba al valle de Jinón.

31 Los benjaminitas vivieron en Geba, Micmas, Aía, Betel, 32 Anatot, Nob, Ananías, 33 Jazor, Ramá, Guitayin, 34 Jadid, Seboguín, Nebalat, 35 Lod, y Onó, que era el valle de los artífices.

36 Algunos de los levitas vivieron en las parcelas asignadas a las familias de Judá y de Benjamín.

Hechos 4:1-22

Pedro y Juan ante el concilio

Mientras hablaban así con el pueblo, se les vinieron encima los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo, y los saduceos. Estaban resentidos porque enseñaban y anunciaban la resurrección de entre los muertos en Jesús, así que los aprehendieron y los echaron en la cárcel hasta el día siguiente, porque ya era tarde. Pero muchos de los que habían oído sus palabras, creyeron; y contados solamente los varones eran como cinco mil.

Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos, los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan y Alejandro, y todos los familiares de los sumos sacerdotes. Pusieron en medio de ellos a Pedro y Juan, y les preguntaron: «¿Con qué autoridad, o en nombre de quién hacen ustedes esto?» Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: «Gobernantes y ancianos del pueblo: Ya que hoy se nos interroga acerca del beneficio otorgado a un hombre enfermo, y de cómo fue sanado, 10 sepan todos ustedes, y todo el pueblo de Israel, que este hombre está sano en presencia de ustedes gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de los muertos. 11 Este Jesús es la piedra que ustedes, los edificadores, rechazaron, y que no obstante ha llegado a ser la piedra angular.(A) 12 En ningún otro hay salvación, porque no se ha dado a la humanidad ningún otro nombre bajo el cielo mediante el cual podamos alcanzar la salvación.»

13 Al ver el valor de Pedro y de Juan, y como sabían que ellos eran gente del pueblo y sin mucha preparación, se maravillaron al reconocer que habían estado con Jesús. 14 Y al ver junto a ellos al hombre que había sido sanado, no pudieron decir nada en su contra, 15 pero les ordenaron que salieran del concilio para poder dialogar entre sí. 16 Y se preguntaban: «¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Tenemos que admitir que lo que han hecho es una señal innegable. Esto es evidente para todos los que viven en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17 Sin embargo, para que esto no se divulgue más entre el pueblo, vamos a amenazarlos para que, desde hoy, no le hablen a nadie acerca de este nombre.» 18 Entonces los llamaron y les advirtieron que no debían volver a hablar ni enseñar acerca del nombre de Jesús. 19 Pero Pedro y Juan les respondieron: «Juzguen ustedes: ¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes antes que a él? 20 Porque nosotros no podemos dejar de hablar acerca de lo que hemos visto y oído.» 21 Entonces ellos los dejaron en libertad, no sin antes amenazarlos, pues no hallaron ningún modo de castigarlos. Y es que temían al pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo sucedido. 22 Y el hombre que había sido sanado milagrosamente tenía más de cuarenta años.

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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