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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Salmos 68-69

El Dios que nos salva

Al director. Canción de David. Canto.

Que Dios se levante y destruya a sus enemigos.
    Que todos los que lo odian salgan huyendo.
La gente mala desaparece de la presencia de Dios
    como humo que se lleva el viento.
Sus enemigos se destruyen
    como cera que se derrite en el fuego.
Pero los justos se alegran y festejan ante la presencia de Dios.
    ¡Que rebosen de alegría!

Canten a Dios, canten canciones de alabanza a su nombre.
    Alaben al que cabalga sobre las nubes;
su nombre es YAH[a].
    ¡Alaben su nombre!
En su templo santo, Dios es un padre para los huérfanos
    y hace justicia a las viudas.
Dios le da hogar a los desamparados
    y libertad a los prisioneros.
En cambio, los que se rebelan en su contra vivirán en el desierto.

Dios mío, tú ayudaste a tu pueblo a salir de Egipto,
    los guiaste a través del desierto. Selah

Cuando el Dios de Israel llegó al monte Sinaí,
    el cielo se deshizo y el monte tembló ante su presencia.
Dios mío, tú hiciste caer lluvia sobre la tierra vieja y cansada
    para que recobrara su fuerza.
10 Tu pueblo habitó en esa tierra,
    la que bondadosamente preparaste para el pobre.

11 El Señor dio la orden
    y muchas son las mujeres que fueron a contar las buenas noticias:
12 «¡Los ejércitos de los reyes poderosos se han ido lejos de aquí!
    La mujer que se quedó en casa reparte todo el botín.
13 Hasta para los que se quedaron entre los rebaños
    hay alas de paloma cubiertas de plata,
    con plumas de oro refulgente».

14 Cuando Dios Todopoderoso hizo huir a los reyes enemigos,
    se volaron como la nieve[b] que cae sobre el monte Zalmón.
15 El monte de Dios, el monte de Basán,
    es un monte de cumbres muy altas.
16 Pero, ¿por qué los montes altos desprecian al monte
    donde el SEÑOR decidió quedarse a vivir para siempre?
17 Los carros de combate de Dios se cuentan por millones,
    vino en ellos del Sinaí a su templo.
18 Tú subiste a lo alto,
    llevando cautivos a los prisioneros.
Allí recibiste ofrendas de los seres humanos,[c]
    incluso de los que se habían rebelado contra ti, SEÑOR Dios.

19 Alaben al Señor, nuestro Dios y Salvador;
    todos los días lleva nuestras cargas. Selah

20 Él es nuestro Dios, el Dios que nos salva;
    el Señor DIOS nos salva de la muerte.
21 Dios aplastará la cabeza de sus enemigos;
    la cabeza melenuda de los que viven en el pecado.

22 El SEÑOR dijo: «Los traeré desde Basán,
    desde las profundidades del mar regresarán,
23 para que ustedes bañen sus pies en la sangre de sus enemigos
    y sus perros la laman cuanto quieran».

24 Ya se pueden ver las procesiones
    de mi Dios y Rey rumbo al santuario.
25 Al frente va gente a cantarle con músicos,
    rodeados por jovencitas tocando la pandereta.
26 ¡Alaben al SEÑOR en la gran asamblea!
    ¡Alaben a Dios, hijos de Israel!
27 El pequeño Benjamín está allí guiando a la multitud;
    allí está la gran familia de Judá,
    y allí están los líderes de Zabulón y Neftalí.

28 Dios mío, muéstranos tu poder;
    muéstranos el poder que usaste a nuestro favor en el pasado.
29 Los reyes te traerán regalos
    a tu templo en Jerusalén.
30 Dios mío, castiga a esa bestia de los juncos,
    a esa manada de toros entre naciones como becerros.
Tú venciste a los que buscaban la guerra.
    Ahora, haz que vengan a ti a traerte sus barras de plata.
31 Haz que te traigan sus riquezas desde Egipto.
    Que los etíopes te traigan sus regalos.

32 Reinos de la tierra, canten a Dios.
    Canten canciones de alabanza al Señor. Selah

33 Él cabalga atravesando los cielos antiguos,
    escuchen su poderosa voz.
34 Reconozcan el poder de Dios;
    su majestad está sobre Israel,
    con su poder llena los cielos.
35 Desde tu templo, oh Dios, eres imponente.
    El Dios de Israel le da fuerza y poder a su pueblo.

¡Bendito sea Dios!

Sácame del lodo

Al director. Al compás de la melodía «Los Lirios». Canción de David.

¡Dios mío, sálvame,
    que me llega el agua al cuello!
Me estoy hundiendo en el lodo
    y no tengo de dónde agarrarme.
Estoy en un mar de aguas profundas,
    y la corriente me está arrastrando.
Estoy cansado de tanto llamarte;
    mi garganta está seca de tanto gritar;
    mis ojos están cansados de tanto buscar a mi Dios.
Tengo más enemigos que cabellos en la cabeza;
    me odian sin razón.
Tratan de destruirme y dicen mentiras de mí;
    mienten, me acusan de haber robado,
    y ahora tengo que devolver lo que no he robado.

Dios mío, tú sabes las locuras que he cometido,
    no puedo esconderte mis pecados.
Señor DIOS, Todopoderoso,
    no permitas que los que confían en ti
    se sientan avergonzados por mi causa.
Dios de Israel,
    no dejes que los que te buscan
    se sientan defraudados por culpa mía.
Por ti he soportado ofensas,
    mi cara se ha cubierto de deshonra.
Mis hermanos me tratan como a un extraño;
    los hijos de mi madre me tratan como a un desconocido.

La emoción que siento por tu casa me está consumiendo;
    recibo las ofensas de los que te insultan.
10 Cuando lloro y ayuno,
    ellos se burlan de mí.
11 Me visto de luto
    y hacen chistes a costa mía.
12 Hablan mal de mí en los lugares públicos;
    los borrachos me dedican canciones.

13 SEÑOR, ruego tu buena voluntad en este momento.
    Dios mío, por tu fiel amor respóndeme;
por tu lealtad,
    sálvame.
14 Sácame del lodo,
    no dejes que me hunda;
Líbrame de mis enemigos
    y de las aguas profundas.
15 No dejes que la corriente me arrastre,
    ni que me trague el hondo remolino,
    que no se cierre sobre mí como la boca de un pozo.
16 SEÑOR, respóndeme con todo tu fiel amor;
    por tu gran compasión, ven a mí y ayúdame.
17 No te alejes de mí que soy tu siervo.
    Estoy en problemas, respóndeme pronto.
18 Ven a rescatarme,
    líbrame de mis enemigos.

19 Tú conoces mi dolor, mi vergüenza y deshonor;
    tienes presente quiénes son mis enemigos.
20 Las ofensas me han destrozado,
    estoy enfermo;
he buscado quien se compadezca de mí,
    pero no lo hay;
quien me consuele,
    pero no hallé a nadie.
21 Me dieron veneno en lugar de comida,
    vinagre cuando tuve sed.

22 Que su mesa se convierta en una trampa
    y sus momentos de paz en tropiezos;
23 que queden ciegos
    y pierdan toda su fuerza.
24 Dios mío, hazles sentir toda tu furia,
    que tu ardiente enojo los alcance.
25 Destruye sus hogares.
    Haz que sus hogares queden vacíos,
    que no quede nadie en ellos,
26 porque ellos persiguen a los que tú has afligido;
    y se burlan del dolor del que tú has herido.
27 Dales maldad sobre la maldad de ellos;
    no permitas que se beneficien de tu justicia.
28 Borra sus nombres del libro de la vida;
    que no aparezcan inscritos con los justos.

29 Yo estoy triste y adolorido;
    Dios mío, levántame y sálvame.

30 Con canciones alabaré el nombre de Dios;
    lo honraré con canciones de agradecimiento.
31 Esto hará más feliz al SEÑOR
    que ofrecerle en sacrificio un toro
    o un novillo con cuernos y pezuñas.
32 La gente humilde que ha venido a adorar a Dios
    se sentirá feliz por la alegría de Dios.
33 El SEÑOR escucha a la gente necesitada
    y no olvida a los que están presos.

34 Alaben al Señor el cielo, la tierra y el mar,
    y todos los seres que viven en ellos.
35 Porque Dios salvará a Sion;
    él reconstruirá las ciudades de Judá;
    allí habitarán y la poseerán.
36 Los descendientes de sus siervos la heredarán;
    vivirán en ella los que aman el nombre de Dios.

Romanos 8:1-21

La vida conforme al Espíritu Santo

Así pues, ahora Dios no condena a los que están unidos a Jesucristo porque por medio de él, la ley del Espíritu que da vida te liberó[a] de la ley que trae pecado y muerte. Lo que la ley no podía hacer porque no pudo contra la naturaleza humana, Dios lo hizo al enviar a su Hijo, quien vivió con la misma vida con la que todo ser humano peca. Lo envió como una ofrenda para pagar por el pecado y así Dios se valió de esa vida humana para condenar el pecado. Todo esto lo hizo Dios para que pudiéramos vivir aprobados tal como exige la ley. Ya no vivimos de acuerdo a la naturaleza humana, sino que vivimos de acuerdo al Espíritu.

Los que siguen la mentalidad humana, sólo piensan en satisfacerla, pero los que viven según el Espíritu sólo piensan en satisfacer al Espíritu. El que se deja controlar por su mentalidad humana tendrá muerte, pero el que deja que el Espíritu controle su mente tendrá vida y paz. Cuando alguien se deja controlar por su mentalidad humana, está en contra de Dios y se niega a obedecer la ley de Dios. De hecho, no es capaz de obedecerla; los que tienen la mentalidad humana no pueden agradar a Dios.

En ustedes no predomina la mentalidad humana sino la del Espíritu, porque el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no pertenece a Cristo. 10 El cuerpo de ustedes está muerto por culpa del pecado, pero si Cristo está en ustedes, Dios los aprobó y el Espíritu les da vida. 11 Dios resucitó a Jesús de la muerte. Y si el Espíritu de Dios vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo le dará vida a su cuerpo mortal por medio del Espíritu que vive en ustedes.

12 Por eso hermanos, tenemos una obligación pero no es la de vivir según la mentalidad humana. 13 Si viven de acuerdo con la mentalidad humana, morirán para siempre, pero si usan el poder del Espíritu para dejar de hacer maldades, vivirán para siempre.

14 Los hijos de Dios se dejan guiar por el Espíritu de Dios. 15 El Espíritu que ustedes han recibido ahora no los convierte en esclavos llenos de temor. Al contrario, el Espíritu que han recibido los hace hijos. Por el Espíritu podemos gritar: «¡Querido padre!»[b] 16 El Espíritu mismo le habla a nuestro espíritu y le asegura que somos hijos de Dios. 17 Por ser hijos de Dios recibiremos las bendiciones que Dios tiene para su pueblo. Dios nos dará todo lo que le ha dado a Cristo, pero también tenemos que sufrir con él para compartir su gloria.

Tendremos la grandeza en el futuro

18 Yo reconozco que tenemos que sufrir ahora, pero esos sufrimientos no son nada comparados con toda la gloria que vamos a recibir después. 19 Toda la creación de Dios está esperando con impaciencia el momento en que Dios muestre al mundo quiénes son sus hijos. 20 La creación no pudo alcanzar su propósito original, pero no por causa de ella, sino porque Dios así lo dispuso. Sin embargo, queda esta esperanza: 21 que la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para disfrutar luego la grandeza de los hijos de Dios.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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