Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Esdras 6-8

La orden de Darío

Así que el rey Darío dio la orden de buscar en los archivos que se conservaban en la tesorería en Babilonia. En la fortaleza de Ecbatana, ubicada en la provincia de Media encontraron un pergamino que decía:

Nota oficial: Ciro dictó este decreto acerca del templo de Dios en Jerusalén durante el primer año de su reinado:

Que se construya un templo para ofrecer sacrificios y que se sienten sus bases. El lugar debe tener 27 metros[a] de alto por 27 metros de ancho. La pared que lo rodee debe tener tres hileras de piedras grandes y una hilera de vigas grandes de madera. El costo de la construcción del templo debe ser pagado de la tesorería del rey. Los objetos de oro y plata del templo de Dios que Nabucodonosor sacó y llevó a Babilonia deben ser devueltos a su lugar en el templo de Dios en Jerusalén.

Después de leer el pergamino, el rey Darío dio esta orden a Tatenay, gobernador de la provincia al occidente del río Éufrates, a Setar Bosnay y a todos los funcionarios que viven en esa provincia:

Aléjense de Jerusalén. No molesten a los trabajadores ni traten de detener los trabajos en el templo de Dios. Dejen que el gobernador judío y los líderes judíos lo reconstruyan en el mismo lugar en el que estaba antes.

Esto es lo que les ordeno que hagan para los líderes judíos que están reconstruyendo el templo de Dios: el costo de la construcción debe ser pagado en su totalidad de la tesorería del rey. Ese dinero saldrá de los impuestos recaudados en las provincias del área al occidente del río Éufrates. Obedezcan esta orden rápidamente para que no se detengan los trabajos. Denles a ellos todos los terneros, carneros, o corderos que necesiten para ofrecer sacrificios al Dios del cielo. Igualmente, si los sacerdotes de Jerusalén necesitan trigo, sal, vino o aceite, entréguenselos todos los días sin falta 10 para que ofrezcan sacrificios al Dios del Cielo y rueguen por la vida del rey y la de sus hijos.

11 También, les doy esta orden: Si alguien llega a desobedecer mis órdenes, que quiten una viga de su casa y claven su cuerpo con ella. Su casa será destruida hasta que quede convertida en un simple montón de piedras.

12 Que el Dios que puso su nombre allí en Jerusalén destruya a cualquier rey o persona que trate de cambiar esta orden o de destruir el templo que está en Jerusalén.

Yo, Darío, he dado esta orden. Debe ser obedecida rápida y completamente.

Terminación y dedicación del templo

13 Entonces, Tatenay, el gobernador del área al occidente del río Éufrates, Setar Bosnay, y los hombres que estaban con ellos obedecieron de inmediato la orden del rey Darío. 14 Los líderes judíos continuaron con éxito la construcción. Todo salió muy bien porque siguieron cuidadosamente las profecías que les daban el profeta Hageo y Zacarías hijo de Idó. Terminaron de construir el templo por el mandato del Dios de Israel y las órdenes de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia. 15 El templo fue terminado el tercer día del mes de adar[b] durante el sexto año del reinado de Darío[c].

16 Los israelitas celebraron con mucha alegría la dedicación del templo de Dios. Los sacerdotes, los levitas, y todos los que regresaron del cautiverio se unieron a la celebración. 17 Para la dedicación del templo de Dios ofrecieron 100 toros, 200 carneros y 400 corderos. Como ofrenda de purificación de los pecados de Israel, se sacrificaron doce chivos, uno por cada una de las tribus de Israel. 18 Luego establecieron a los sacerdotes en sus turnos y a los levitas en sus puestos para que sirvieran en el culto del templo de Jerusalén tal como lo ordena la ley de Moisés.

La Pascua

19 [d] Los judíos que regresaron del cautiverio celebraron la Pascua el día 14 del primer mes[e]. 20 Los sacerdotes y levitas estaban ya purificados y por eso sacrificaron el cordero de la Pascua por todos los judíos que habían regresado del cautiverio, por sus hermanos los sacerdotes y por ellos mismos. 21 Toda la gente de Israel que había regresado del cautiverio tuvo su cena de Pascua. También cenaron todos los que renunciaron a la impureza[f] de la gente del país y se unieron para buscar al SEÑOR, el Dios de Israel. 22 Celebraron la fiesta de los Panes sin Levadura con mucha alegría durante siete días. El SEÑOR los había llenado de alegría porque cambió la actitud del rey de Asiria[g] haciendo que los ayudara en el trabajo de reconstrucción del templo del Dios de Israel.

Esdras viene a Jerusalén

Después de esto,[h] durante el mandato del rey Artajerjes[i] de Persia, Esdras regresó a Jerusalén desde Babilonia. Él era descendiente en línea directa de Seraías, Azarías, Jilquías, Salún, Sadoc, Ajitob, Amarías, Azarías, Merayot, Zeraías, Uzi, Buquí, Abisúa, Finés, Eleazar y del sumo sacerdote Aarón.

Esdras regresó a Jerusalén desde Babilonia. Era un escriba, experto en la ley de Moisés que el SEÑOR, Dios de Israel, le había dado a su pueblo. El SEÑOR, Dios de Esdras, estaba con él y por eso el rey le concedió todo lo que pidió. Esdras regresó a Jerusalén en el séptimo año de gobierno del rey Artajerjes acompañado de algunos sacerdotes, levitas, cantores, guardianes y servidores del templo. Esdras llegó a Jerusalén en el mes 5 del séptimo año[j] del mandato de Artajerjes. Esdras salió de Babilonia el primer día del primer mes y llegó a Jerusalén el primer día del quinto mes, pues contó con la protección de Dios. 10 Esdras se dedicaba a estudiar la ley del SEÑOR, a ponerla en práctica y a enseñar a los israelitas sus leyes y mandatos.

La carta del rey Artajerjes a Esdras

11 Esta es una copia de la carta que el rey Artajerjes le dio a Esdras, sacerdote y escriba, sobre los mandatos y leyes que el SEÑOR le dio a Israel:

12 [k] Del Rey Artajerjes para Esdras el sacerdote y escriba de la ley del Dios del cielo:

Cordial saludo.

13 He ordenado que toda persona, sacerdote o levita de Israel que habite en mi reino y quiera ir contigo a Jerusalén, puede hacerlo.

14 Esdras, tú eres experto en la ley de Dios y por eso mis siete consejeros y yo te enviamos a Judá y a Jerusalén para ver cómo está obedeciendo tu pueblo la ley de Dios que se te ha confiado. 15 Te hemos elegido para que lleves contigo el oro y la plata que mis consejeros y yo hemos ofrecido al Dios de Israel que está en Jerusalén. 16 También debes ir por todas las provincias de Babilonia reuniendo las ofrendas de tu gente y de los sacerdotes para el templo de Dios en Jerusalén.

17 Usa ese dinero para comprar toros, carneros y corderos, con sus respectivas ofrendas de cereal y vino para ofrecerlos en el altar del templo de tu Dios en Jerusalén. 18 Tú y los otros judíos pueden gastar como quieran la plata y el oro que sobre, pero que sea de acuerdo con la voluntad de su Dios. 19 Asegúrate de llevar tú mismo al templo de Dios en Jerusalén todo lo que te han entregado para adorarlo en su templo. 20 Lo que aun necesites para el templo de tu Dios, se te dará de la tesorería del rey.

21 Ahora, yo, el Rey Artajerjes doy esta otra orden: que los funcionarios que guardan el dinero del rey en la provincia al occidente del río Éufrates le den a Esdras todo lo que pida. Él es sacerdote y escriba de la ley del Dios del cielo. Cumplan mi orden al pie de la letra y con rapidez. 22 Denle a Esdras hasta 3300 kilos[l] de plata, 22 000 mil litros de trigo, 2200 litros[m] de aceite de oliva y toda la sal que Esdras solicite. 23 Ustedes deben suministrarle rápidamente a Esdras todo lo que el Dios del cielo le ha ordenado que consiga para el templo del Dios del cielo. No queremos que Dios se enoje con mi reino ni con mis hijos.

24 Quiero que ustedes sepan que los sacerdotes, los levitas, los cantores, los guardianes, y los servidores de este templo de Dios no deben pagar impuestos, contribuciones ni peajes. 25 Esdras, tú tienes la sabiduría que Dios te ha dado, por eso te autorizo para nombrar magistrados y jueces. Ellos juzgarán a todas las personas que viven en la provincia al occidente del río Éufrates que son quienes practican y aceptan las leyes de tu Dios. Y si alguien ignora esas leyes, enséñaselas. 26 Cualquier persona que desobedezca la ley de tu Dios, o la ley del rey, debe ser castigada. Dependiendo de la falta, se le castigará con la muerte, el destierro, una multa o prisión.

Esdras alaba a Dios por la carta del rey

27 [n] Esdras dijo: «Bendito sea el SEÑOR, el Dios de nuestros antepasados. Dios puso en el corazón del rey la idea de honrar el templo del SEÑOR en Jerusalén. 28 Él me mostró su fiel amor frente al rey, sus consejeros y altos funcionarios. El SEÑOR mi Dios estaba conmigo, y por eso fui valiente. Yo reuní a los líderes de Israel para que fueran conmigo a Jerusalén».

Líderes que regresaron con Esdras

Estos son los nombres de los jefes de familia y los registros familiares de los que vinieron conmigo a Jerusalén desde Babilonia cuando gobernaba el rey Artajerjes:

De los descendientes de Finés estaba Guersón; de los de Itamar estaba Daniel; de los de David estaba Jatús, hijo de Secanías.

De los descendientes de Parós estaban Zacarías y otros 150 hombres más.

De los descendientes de Pajat Moab estaban Elihoenay hijo de Zeraías y otros 200 hombres más.

De los descendientes de Zatú estaban Secanías, hijo de Jahaziel y otros 300 hombres más.

De los descendientes de Adín estaban Ébed hijo de Jonatán y otros 50 hombres más.

De los descendientes de Elam estaban Isaías hijo de Atalías y otros 70 hombres más.

De los descendientes de Sefatías estaban Zebadías, hijo de Micael y otros 80 hombres más.

De los descendientes de Joab estaban Abdías hijo de Jehiel y otros 218 hombres más.

10 De los descendientes de Baní estaban Selomit, hijo de Josifías y otros 160 hombres más.

11 De los descendientes de Bebay estaban Zacarías hijo de Bebay y otros 28 hombres más.

12 De los descendientes de Azgad estaban Johanán hijo de Hacatán y otros 110 hombres más.

13 De los últimos descendientes de Adonicán estaban Elifelet, Jeyel, Semaías y otros 60 hombres más.

14 De los descendientes de Bigvay estaban Utay, Zabud y otros 70 hombres más.

Regreso a Jerusalén

15 Los reuní junto al río que corre hacia Ahava y acampamos allí tres días. Al pasar revista a la gente y a los sacerdotes me di cuenta de que no había ningún levita. 16 Entonces llamé a estos hombres como líderes principales: Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulán. También llamé a Joyarib y Elnatán, que eran hombres prudentes. 17 A todos ellos les pedí que fueran donde Idó, que es el líder del pueblo de Casifia. Les dije lo que debían decir a Idó, a sus hermanos y a los servidores en Casifia para que nos enviaran servidores para el templo de nuestro Dios.

18 Ya que Dios estaba con nosotros, los familiares de Idó nos enviaron estos hombres:

Serebías, un sabio de los descendientes de Majlí que era uno de los descendientes de Leví hijo de Israel. Majlí fue enviado con sus hijos y hermanos. En total eran 18 hombres de esa familia. 19 También nos enviaron a Jasabías e Isaías de los descendientes de Merari, con sus hermanos y sobrinos. En total eran 20 hombres de esa familia. 20 Además nos enviaron 220 trabajadores del templo cuyos antepasados habían sido elegidos por David y sus oficiales importantes para ayudar a los levitas. Los nombres de todos ellos estaban en la lista.

21 Allá cerca del río Ahava, les anuncié a todos que debíamos ayunar para humillarnos ante Dios y así poder pedirle que nos concediera un viaje seguro para nosotros, nuestros hijos y nuestras pertenencias. 22 Me apenaba pedirle al rey Artajerjes que nos diera soldados y jinetes para que nos protegieran de los enemigos durante todo el viaje. La razón por la que me apenaba pedirle eso era por lo que le habíamos dicho: «Nuestro Dios está con todos los que confían en él y se enoja con quienes se alejan de su lado». 23 Así que ayunamos y oramos a nuestro Dios por nuestro viaje y él respondió nuestras oraciones.

24 Luego elegí a doce jefes de los sacerdotes, a Serebías, a Jasabías y a diez de sus hermanos. 25 A ellos les entregue el oro, la plata y las otras cosas que el rey Artajerjes, sus consejeros, sus oficiales importantes y todos los israelitas que estaban en Babilonia dieron para el templo de Dios. 26 Pesé todas esas cosas y en total había 22 450 kilos[o] de plata, 3300 kilos de platos y objetos de plata y 3300 kilos de oro. 27 Les di 20 de oro que pesaban 8 kilos y dos hermosos platos de bronce brillante tan valioso como el oro. 28 Luego les dije a los sacerdotes: «Ustedes y todos estos objetos son sagrados para el SEÑOR. Todos estos objetos de oro y plata son ofrendas para el SEÑOR, el Dios de sus antepasados. 29 Así que lleven todo esto con mucho cuidado. Son su responsabilidad hasta que lo entreguen a los jefes de los sacerdotes, a los levitas y a los jefes de familia de Israel, quienes lo pesarán y lo colocarán en los cuartos del templo del SEÑOR en Jerusalén». 30 Los sacerdotes y levitas recibieron el oro, la plata, y los utensilios que Esdras había pesado y les había entregado para que llevaran al templo de Dios en Jerusalén.

31 En el día doce del primer mes[p] partimos desde el río Ahava hacia Jerusalén. Dios estaba con nosotros y nos protegió de enemigos y de ladrones durante todo el camino. 32 Así que llegamos a Jerusalén y descansamos allí por tres días. 33 En el cuarto día, fuimos al templo y pesamos el oro, la plata y los utensilios, y se los entregamos al sacerdote Meremot hijo de Urías. Eleazar hijo de Finés estaba con Meremot al igual que los levitas, Jozabad hijo de Jesúa y Noadías hijo de Binuy. 34 Contamos y pesamos todo y registramos el peso total.

35 Luego, los judíos que regresaron del cautiverio ofrecieron al Dios de Israel sacrificios que deben quemarse completamente: doce toros por todo Israel, 96 carneros, 77 corderos y doce chivos como sacrificio por el pecado. Todos fueron ofrecidos como sacrificio que debe quemarse completamente al SEÑOR. 36 También, entregaron la carta del rey Artajerjes a los oficiales reales y a los gobernadores de la provincia al occidente del río Éufrates. Los oficiales y gobernadores apoyaron al pueblo y al templo de Dios.

Juan 21

Jesús se aparece a siete seguidores

21 Después de esto, Jesús se les apareció otra vez a los seguidores. Sucedió en el lago Tiberias[a] de esta manera: Simón Pedro, Tomás llamado el Gemelo, Natanael que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos seguidores suyos estaban juntos. Simón Pedro les dijo:

—Voy a pescar.

Ellos le dijeron:

—Nosotros vamos contigo.

Entonces fueron y subieron en el bote, pero no pescaron nada esa noche.

Ya era de mañana cuando Jesús vino y se paró en la orilla, pero los seguidores no sabían que era él. Entonces Jesús les preguntó:

—Muchachos, ¿tienen pescados?

Ellos le contestaron:

—No.

Jesús les dijo:

—Lancen la red por el lado derecho de la barca y encontrarán algunos.

Así que la lanzaron, pero no pudieron subirla a la barca porque tenía muchos peces. Entonces el seguidor al que Jesús quería mucho le dijo a Pedro:

—¡Es el Señor!

Al oír que era el Señor, Simón Pedro se vistió, pues se había quitado la ropa para trabajar, y se tiró al agua. Pero los otros seguidores llegaron a la orilla en la barca, arrastrando la red llena de pescados. No estaban muy lejos de la orilla, sólo como a 100 metros. Cuando llegaron a tierra, vieron encendida una hoguera hecha con carbón. Había pescado y pan encima. 10 Jesús les dijo:

—Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar.

11 Simón Pedro fue a la barca y arrastró la red llena de grandes pescados: 153. Aunque estaba muy pesada, no se rompió. 12 Jesús les dijo:

—¡Vengan y desayunen!

Ninguno de los seguidores se atrevió a preguntarle quién era, pero sabían que era el Señor. 13 Jesús fue, tomó el pan y se los repartió. Hizo lo mismo con el pescado. 14 Esta fue la tercera vez que Jesús se les apareció a los seguidores después de que se levantó de entre los muertos.

Jesús habla con Pedro

15 Cuando acabaron de desayunar, Jesús le dijo a Simón Pedro:

—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más de lo que me aman ellos?

Pedro le contestó:

—Sí, Señor. Tú sabes que te amo.

Jesús le dijo:

—Cuida a mis ovejas[b].

16 Jesús le dijo por segunda vez:

—Simón, hijo de Juan, ¿me amas?

Pedro le contestó:

—Sí, Señor. Tú sabes que te amo.

Jesús le dijo:

—Cuida a mis ovejas.

Jesús le dijo por tercera vez:

17 —Simón, hijo de Juan, ¿me amas?

Pedro se puso triste porque Jesús le había preguntado ya tres veces si lo amaba. Entonces Pedro le dijo:

—Señor, tú lo sabes todo. Sabes que te amo.

Jesús le dijo:

—Cuida a mis ovejas. 18 Te digo la verdad: cuando eras joven te vestías solo e ibas a donde querías. Pero cuando te vuelvas viejo estirarás tus manos y alguien más te va a vestir. Después te llevará a donde no quieras ir.

19 Él dijo esto para mostrar cómo iba a morir Pedro para dar honra a Dios. Después de decir esto, Jesús le dijo:

—¡Sígueme!

20 Pedro se volvió y vio que el seguidor al que Jesús tanto quería los estaba siguiendo. Se trataba del mismo que cuando estaban en la cena se acercó más a Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?» 21 Entonces cuando Pedro lo vio, le dijo a Jesús:

—Señor, ¿qué va a pasar con él?

22 Jesús le dijo:

—Si quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿qué tiene eso que ver contigo? ¡Tú sígueme!

23 Por eso corrió el rumor entre los hermanos que ese seguidor no moriría. Pero Jesús no dijo eso, sino que dijo: «Si quiero que él se quede aquí hasta que yo venga, ¿qué tiene eso que ver contigo?»

24 Este es el seguidor que da testimonio de todas estas cosas, y el que las escribió. Nosotros sabemos que su testimonio es verídico.

25 También hay muchas otras cosas que Jesús hizo. Si todas ellas estuvieran escritas en libros, supongo que en el mundo entero no cabrían los libros.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

© 2005, 2008, 2012, 2015 Centro Mundial de Traducción de La Biblia © 2005, 2008, 2012, 2015 Bible League International